Se está poniendo una gran atención a las terapias basadas en Mindfulness y en los estudios realizados en relación a su efectividad, por ello también se hace necesario conocer cuáles son los mecanismos que intervienen en este proceso.
Como ya hemos comentado en otros artículos anteriores, mindfulness hace referencia a la capacidad de mantenernos en la consciencia del momento presente, especialmente en un momento de confusión emocional. Se trata de una habilidad, y como cualquier otra habilidad, ésta puede ser aprendida y entrenada.
En los últimos años ha proliferado lo que se han denominado terapias basadas en mindfulness, es decir, aquellos abordajes terapéuticos en el los que el mindfulness juega un papel principal para el tratamiento de una determinada afección, muchas veces, no solo psicológica. Dada esta proliferación, la investigación también ha iniciado diversos estudios para determinar y medir la eficacia que dichas técnicas tienen sobre los pacientes. Sin ser el objeto de este artículo, sí podemos decir que los resultados de dichos estudios ponen de manifiesto dichos beneficios.
Pero también es importante conocer cuáles son los mecanismos que actúan dentro de estas terapias basadas en mindfulness. Conocer cómo trabaja el Mindfulness nos ayudará mejor a comprender su impacto en las terapias comentadas anteriormente.
Shapiro, S.L., Carlson, L. E., Astin, J. A., y Freedman, B. (2005) descomponen en axiomas los principios del mindfulness, es decir, los componentes nucleares de su práctica. Para estas autoras y autores, estos tres fundamentos, extraídos de la propia definición y concepción del mindfulness, y a los que han denominado como IAA (Intention, attention and attitude), son:
- Propósito o intención.
- "Poner atención" o atención.
- "De una determinada manera" o actitud (cualidades de atención plena)
Intención
Cuando desde la cultura occidental tomamos la práctica del mindfuness desde su concepción oriental original, perdimos el aspecto de la intención, la cual desde la aproximación budista era "la iluminación y la compasión por todos los seres humanos". Kabat-Zinn escribió: "Tus intenciones configuran el estado de lo que es posible. Te recuerdan momento a momento el motivo por el cuál empezaste algo por primera vez".
Podemos asimilar el concepto de intención con el de visión personal. Y como algo personal, ésta es dinámica y variará de unas personas a otras y en el tiempo dentro de las mismas personas. En el estudio realizado por Saphiro (1992), se puede ver como en la mayoría de los casos, la intención de la práctica de la meditación evolucionaba en un continuo desde la auto-regulación, a la auto-exploración y finalmente a la auto-liberación.
Atención
El segundo componente fundamental del mindfulness es la atención. En el contexto de la práctica, poner atención consiste en observar las experiencias, tanto internas como externas, del momento a momento. Es decir, consiste en eliminar cualquier tipo de interpretación de la experiencia presente y centrarnos en exclusiva en la experiencia en sí misma, en el aquí y el ahora.
Desde el punto de vista de la intervención terapéutica, la atención es fundamental para los procesos de curación. Podemos establecer diferentes habilidades que se adquieren a través de la atención:
- Capacidad para prestar atención durante largos periodos de tiempo a un determinado objeto o circunstancia (vigilancia o atención sostenida).
- Capacidad para dividir nuestra atención entre diversos objetos o configuraciones mentales.
- Capacidad para detener procesos elaborativos secundarios de pensamientos, sentimientos y sensaciones.
Actitud
La atención dentro del proceso de mindfulness sin una actitud determinada no nos sirve de nada. Es por ello en lo que radica la importancia de este tercer fundamento, la actitud con la que abordamos la atención.
El mindfulness parte del principio que podemos aprender a prestar atención a nuestras propias experiencias externas e internas sin evaluarlas ni interpretarlas, practicando con ello la aceptación, la bondad y la mirada abierta sobre lo que está ocurriendo. Y para ello, debemos explicitar esta cualidad actitudinal de la atención.
Bishop et. al. (2004) definen el componente actitudinal como la orientación a la experiencia del mindfulness, la cual incluye la curiosidad, el no esfuerzo y la aceptación.
Conociendo estos tres componentes fundamentales de la práctica del Mindfulness podemos comprender mejor cómo pueden ayudar en los procesos terapéuticos. En mi consulta abordo el procesamiento del trauma ayudándome en muchas ocasiones de la práctica del mindfulness con excelentes resultados. ¿Hablamos?
Imagen de portada: Freepik
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